miércoles, 11 de marzo de 2015

La relación de ayuda en la mediación intercultural



Como mediadores trabajamos con personas que están en una situación difícil, de crisis por el conflicto que quieren solucionar. Un colectivo humano que no es homogéneo y por lo tanto, nuestra relación debe ser diferencial aunque la otra parte en disputa, bien sea un banco, una empresa, u organismo o administración no lo tenga en cuenta. Me refiero al colectivo de personas inmigrantes que lleva aparejado una serie de dificultades, que debemos entender si queremos que nuestra ayuda como mediadores sea positiva. Por un lado, para poder desplegar todas nuestras habilidades en mediación y que el usuario se beneficie de nuestro servicio y lo que es más importante, se sienta ayudado y valore esta relación. Para ello tenemos que conocer en profundidad y sensibilizarnos con la realidad de la inmigración y como esta afecta a la persona.


La crisis económica actual ha golpeado a toda la sociedad y vemos como el empleo, que es uno de los pilares fundamental para la integración social de las personas, ha entrado en crisis siendo el desempleo la mayor amenaza para las familias en peligro de exclusión social. Pero por muy angustiados que vengan las personas a recibir ayuda a nuestro servicio de mediación, el colectivo de inmigrantes lleva aparejado como un lastre otra serie de estresores que pueden dificultar nuestra relación y la efectividad de nuestro servicio si no  tenemos en cuenta esta otra realidad, excelentemente descrita y explicada por el psiquiatra Joseba Achotegui en su estudio sobre el “el síndrome del inmigrante con estrés crónico y múltiple” bautizado como síndrome de Ulises y que en otro post tratare de valorar.


Basta recordar, cómo en los viejos textos de Homero se sentía Ulises,  en el pasaje en el que para protegerse del perseguidor Polifemo le dice “preguntas cíclope cómo me llamo…voy a decírtelo. Mi nombre es Nadie y Nadie me llaman todos…” (Odisea Canto IX).


Considerar  el estado de la persona inmigrante como falta de adaptación es prejuicioso, ya que de este modo se considera que son los inmigrantes los que están fallando, cuando la realidad es bien otra: están viviendo estresores inhumanos ante los que no hay capacidad de adaptación posible

Algunas veces cuando se nos acercan personas para pedir información, consejo o ayuda tenemos la impresión que no nos están escuchando o no nos prestan atención suficientemente, con lo cual nuestra actitud puede variar en función del interés que percibimos en la otra persona. Pero debemos pensar que esta falta de atención puede ser debido a una multitud de pensamientos, preocupaciones, sentimientos y emociones relacionados con el motivo por el que han ido a visitarnos y que no puede dejarlos a un lado para prestarnos atención al 100%. El colectivo de inmigrantes se enfrenta a situaciones de desborde emocional y estrés producidos por la situación límite en la que viven y de vulneración constante de sus derechos y si esta situación se va prolongando en el tiempo, esto puede producir desajustes en el bienestar psicológico de las personas.


Por nuestro lado, como mediadores, podemos ver como los pensamientos de la persona que tenemos delante están distorsionados y su foco atencional está en la situación vivida, no en el momento presente. Nuestro trabajo mejorará considerablemente si establecemos una relación más humana, ayudando a identificar sus necesidades y a potenciar y mejorar sus capacidades para que la persona encuentre la forma de recuperar la confianza en sí misma y volver a tomar decisiones y asumir el control de su vida. 


En esta relación de ayuda debemos dar prioridad:


En primer lugar, a la situación que tiene más importancia para la persona y no tanto a la que nos parezca más importante a nosotros, también debemos ser cuidadosos con las primeras impresiones, ya que una misma situación se vive de manera diferente en función de las vivencias, experiencia y estilos de afrontamiento de cada uno. 


En segundo lugar, es fundamental construir alianzas basadas en la confianza mutua, lo que va a posibilitar a la persona sentirse arropada y acompañada, aun cuando se sienta vulnerable y perdida. 


En tercer lugar, el concepto clave aquí será conectar con la persona a través de la empatía. Con la empatía llegas a sentirte identificado con las emociones y los sentimientos de la otra persona, sentir una pequeña parte de su dolor y sufrimiento dejando a un lado nuestros problemas y preocupaciones y centrarnos única y exclusivamente en el otro. Con la escucha activa, reflexionar sobre sus palabras hace que podamos entenderlas en lugar de oírlas.


Y en cuarto y último lugar, toda relación de ayuda bien construida lleva a la persona a aceptar a quien le ayuda, porque confía plenamente en ella y por lo tanto, le concede legitimidad a la relación. La asertividad que es la capacidad de decir lo que pensamos con educación y tranquilidad, pero siendo firmes, hará que nuestra comunicación sea sana y sincera.

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